Fotografía de Martina Falchetti.
Las ciudades se han llenado
de humo y niebla.
No puedes ver dos metros más allá
a tu hermano
o a tu padre
o a esa vecina del 5º
a la que te encanta espiar.
Y por eso disparas,
por eso lanzas la piedra,
por eso te salpica tu propia sangre,
por eso te empujan a huir.
Porque las ciudades nos están desahuciando
igual que uno expulsa un veneno,
así,
sangrándolo poco a poco.
Es por eso y sólo por eso
que uno coge sus cosas y se larga,
uno toca y se larga,
uno muere y se larga.
Y uno vuelve,
así,
len-ta-men-te,
al útero materno.
Rocío