Ella tenía un alma sencilla llena de puntas de dedos
y en el blanco de los ojos llevaba un horizonte de tangos
de acordeón.
Ella estaba enamorada.
Álvaro Cunqueiro
(Fotograma: Une Femme Mariée, Jean Luc Godard, 1964)
¿Qué sabés vos del amor? ¿Acaso sentís el alma palpitándote en la yema de los dedos? ¿Acaso te bombeá el corazón en los párpados? Vos notás una revolución en tu cuerpo y creés que es el amor. Creés todas esas boludeces que te contán tus escritores. El amor es más que eso, che. El cuerpo se convierte en la última terminación nerviosa de esa especie de calambre. Pero empieza antes, ¿sabés? mucho antes que en el cuerpo, el amor se notá dentro. Pero sobre todo se notá fuera, desengañate, tu cuerpo es lo de menos. Lo sentís fuera. Acá, en las calles, en el mercado, en la cocina, en el parque a la mañana. Cuando él se marcha, y vos sentís que morís... ese vacío en que te quedás y que te impregna entera. Eso es el amor, pequeña: el hueco que te atormentá y las ganas que tenés de llenarlo.
Rocío