martes, 12 de julio de 2011

No intentemos el amor nunca.



Era en la alegre mocedad de nuestras bocas,
en los días de gracia perenne en la memoria.
Recuerdo aquellas tardes, el parque solitario,
cómo sobre la prohibida hierba anochecida
jugaron al coger tus labios y los míos.

Antonio Rivero Taravillo


(Fotografía: Laura Makabresku) 



Aquella noche el mar no tuvo sueño.
Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,
quiso vivir hacia lo lejos,
donde supiera alguien de su color amargo.

Con una voz insomne decía cosas vagas,
barcos entrelazados dulcemente
en un fondo de noche,
o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido
viajando hacia nada.

Cantaba tempestades, estruendos desbocados
bajo cielos con sombra,
como la sombra misma,
como la sombra siempre
rencorosa de pájaros estrellas.

Su voz atravesando luces, lluvia, frío,
alcanzaba ciudades elevadas a nubes,
cielo Sereno, Colorado, Glaciar del infierno,
todas puras de nieve o de astros caídos
en sus manos de tierra.
Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.
Allí su amor tan sólo era un pretexto vago
con sonrisa de antaño,
ignorado de todos.

Y con sueño de nuevo se volvió lentamente
adonde nadie
sabe de nadie.
Adonde acaba el mundo.

(Cernuda)



No intentemos el amor nunca nos recitaba el poeta vestido con un traje de lino mientras tu mano se pierde bajo mi blusa recién planchada y yo intento sofocar el ardoroso calor de Coyoacán. No intentemos el amor nunca parece repetir de nuevo su eco; nunca es en ninguna ocasión más según un diccionario tradicional (negando así el retorno del tiempo),  nunca es morderme la piel cuando nadie nos mira según nuestra semántica no aprendida.
Nunca intentar el amor e intentarlo infructuosamente todas las veces y en todos los cuerpos.

Una tarde de verano de 1953, Coyoacán, un par de poetas, mi blusa, tus manos:

sí, el amor fue sólo un pretexto.


Rocío

14 comentarios:

Anónimo dijo...

La foto, el texto y tú.....Arde mi sangre y palpita la vida sita en mi entrepierna....

vera eikon dijo...

Eso, eso, intentémoslo infructuosamente a lo largo de nuestra vida. Quizás al final de nuestra vida, todos esos intentos amalgamados, sí compongan la verdadera imagen del amor. Bella escena, Rocío

Noelia Palma dijo...

me pregunto si el amor es un espejo, no quiero decir eco, para que no se propague...

todas las veces y en todas las mentes! el amor es un vicio mental, creo yo.!

un abrazo, me quedé pensando...

Nina dijo...

¡Qué buen texto!

No peudo decir mucho ahora, me quedo pensando en estas palabras.

Besote
Nina

Anónimo dijo...

Amazing!!!

Así hablo Zarathustra dijo...

el amor es sólo un pretexto, también en estas tardes de tormenta.

Me encanta

Aka dijo...

Una imagen preciosa la que has compuesto con los poetas, la blusa, las manos.

Anónimo dijo...

la doble negación, ese renegar tozudo que admite nuestra lengua española: "no intentemos nunca" que escandaliza a los extranjeros que aprenden nuestro idioma, a mí me perturba. Bella entrada, besos

Helenaconh dijo...

nunca es, cuando nadie mira, morder. Y en mi caso, a veces, cuando ni siquiera miro yo.

Alba Flores Robla dijo...

El día que conseguí "Un río, un amor" fui directa a este poema. Me atrajo muchísimo el título.
Besos :)

Layla dijo...

Una entrada perfecta:el texto, el poema, la foto..todo hace que me recorra 1 escalofrio

Darío dijo...

Creo que es el amor quien nos intenta y nosotros debemos dejarnos...

Rocío dijo...

Anónimo: +10000

Vera, quizá el amor sea eso, la totalidad de nuestras historias fragmentadas. Un bico.

Noelia, es mental sí, y es vicio. Ese es el problema!

Nina, Andressa... muchas gracias :)

Zarathustra, en tardes de tormenta quizá todo sea un pretexto :P
Gracias!

Aka, muchas gracias!

Jojoaquin, la doble negación que implica quizá una aceptación.
Gracias!

Helena, así te pilla de sorpresa :P

Ámbar, "Un río, un amor", está genial. Yo también me fui directa a este jajaja.
Besos.

Layla, muchas gracias!!

Curiyu... entonces habrá que dejarse :P

Imilce dijo...

Post diana. 110 de 100.

¿Qué haríamos sin ese pretexto?

Un beso de suspensión de amor